Podemos decir a otros la buena noticia sobre Jesús.
Año tras año, desde cuando éramos niños, la mayoría de nosotros ha escuchado la historia familiar de la Navidad.
De manera que los pastores que visitaron al bebé Jesús en esa primera Navidad son casi como nuestros viejos amigos.
Allí estaban ellos, cuidando sus ovejas y ocupándose de su negocio como de costumbre, cuando el ángel del Señor se les apareció y dio un mensaje tan extraordinario, tan emocionante, que ellos inmediatamente dejaron a sus ovejas y corrieron para ver qué sucedió.
Dios no escogió a un profeta, o a un sacerdote o a un rey para ser el primero en escuchar esta buena noticia. Él confió el mensaje a gente humilde, común y corriente.
Podemos enseñar a los niños a reconocer que la responsabilidad y el gozo de compartir la buena noticia no es sólo para una minoría selecta.
Cada hijo de Dios, sin importar la edad y la ocupación, ha sido comisionado para ir al mundo y predicar el Evangelio.
Utilice esta lección para dar una mayor comprensión de la buena noticia y despertar en sus niños el deseo de compartir esa noticia.